Amanecer un domingo
Por Daniel Guzter
Si pudiera arreglar mi destino,
el lugar y el motivo
donde amanecer un domingo,
despertaría de varias maneras.
Si por la costumbre fuera,
despertaría en mi cama hogareña.
Si por la ambición fuera,
despertaría en La Toscana,
en mi casa de verano.
Si por la histeria juvenil fuera,
despertaría con mi mejor amigo
resacado
en un punto cualquiera
de la ciudad.
Si por la nostalgia fuera,
despertaría en el sofá
de quien jamás correspondió.
Si por la demencia fuera,
despertaría en las garras
de un león.
Si por el conformismo fuera,
jamás despertaría.
Si por la idolatría fuera,
despertaría a los pies
de quien no me conoce.
Si por amar la verdad fuera,
despertaría
-o moriría-
en la guillotina.
Y
si por la poesía fuera
seguramente
volvería a nacer.