Estocolmo, por primera vez
Por Alraune
Hace tres años visité por primera vez la ciudad de Estocolmo.
Siendo seguidora de la música rock sueca desde hace casi treinta y cinco años, era como la Meca a la que debía ir al menos una vez en la vida. Así que me planteé tener unas vacaciones como todo el mundo e ir a conocer una ciudad, un país, unas gentes que siempre estuvieron en mi punto de mira.
Una vez allí no me decepcionó. Estocolmo es un cúmulo de islas pequeñas y grandes. En cada una de ellas se puede encontrar historia, cultura y belleza que admirar. Teniendo tan sólo seis días para aprovechar al máximo, decidí invertir mi tiempo en ver sobre todo museos y sitios bonitos. Obviamente, también conocí la cultura nocturna, pero esa es otra historia. Por cierto, es muy extraño estar en un país donde en el mes de Junio la noche se confunde con el día, en un cielo rojizo en el que no puedes distinguir el ocaso del amanecer. Aunque por otro lado, pasear de madrugada tranquilamente por la calle con esa luz es algo impagable.
Me alojé en Den Röda Båten, uno de los pintorescos barcos que se encuentran en la orilla de Södermalm dispuestos a alojar a los viajeros en sus camarotes, tan pequeños como acogedores. Después de desayunar, mi rutina diaria consistía en seguir el plan trazado para esa jornada. Caminar hasta el puente más cercano que comunicaba la zona donde estaba con Gamla Stan, el casco viejo, y allí coger el metro para cambiar de barrio. O pasear hasta llegar a mi destino si estaba cerca. O coger un ferry que me llevara a Skansen... os hablaré de todo ello por secciones:
-SKANSEN:
Comenzaré por el último lugar que he mencionado. Skansen es la zona más al este de la ciudad, a la que se puede acceder en bus, tranvía, o ferry, como fue mi caso. El barco atraca justo delante del parque de atracciones más famoso, Gröna Lund. En general, es un área en el que se pueden encontrar muchas actividades para el entretenimiento, y también museos.
El más representativo de todos, quizás incluso el más emblemático de la ciudad, es el Vasa Museet. Dedicado al barco con el mismo nombre y trágico destino, ya que naufragó el mismo día de su botadura, conserva en el interior el 85% de sus piezas originales restauradas. Es impresionante ver su estado impecable, que te hace pensar que podría volver a salir a la mar. Para seguir viendo historia hay que visitar el Nordiska Museet, con un compendio de objetos y arte históricos ideal para imaginar cómo ha ido evolucionando el país a través de los siglos.
Si lo que más te interesa es la temática vikinga, no debes perderte el Vikingaliv. Poco hay que explicar, su nombre lo dice todo. Aunque es pequeño, tiene encanto. Y un restaurante en el piso superior con unas vistas preciosas desde las que se distinguen las islas circundantes y los pequeños barcos atracados en el muelle.
Algo que atrae bastante a los turistas es el área donde se recrea el modo de vida antiguo: artesanía, cultivos, ganadería, tradiciones... de modo muy visual y educativo. También hay un Museo Marino (Vattenmuseum), un acuario, el precioso teatro Cirkus, y he dejado lo mejor para el final, al menos para los amantes de la música: el Museo de ABBA. Es genial perderse dentro y ver todo lo relacionado con la legendaria banda, desde ropa hasta instrumentos, pasando por su propia historia, e incluso la posibilidad de hacer karaoke con sus hologramas.
-SÖDERMALM:
Es la zona sur de Estocolmo, bastante extensa y con múltiples ofertas para disfrutar el tiempo que se pase allí. Al igual que en resto de la ciudad, y en el país en general, hay muchos parques y zonas verdes por las que pasear.
Dentro de Södermalm se encuentra el Sofo, que es el barrio de artistas y bohemios por excelencia, lleno de tiendas singulares que captarán la atención de quien guste de ropa y objetos vintage. Están situadas a los largo de pequeñas calles que se entrecruzan y por las que se puede caminar durante horas sin aburrirte.
Un aspecto poco conocido de los suecos es su afición a las terrazas siempre que el tiempo lo permita. Un claro ejemplo es Merborgarplatsen, una enorme plaza en la que se reúnen en grupos para conversar durante horas.
A la hora de ver museos, uno se puede dirigir al Museo del Transporte (Spårvägsmuseet), donde se encuentran coches de caballos, autobuses y tranvías, que narran por sí mismos la evolución del transporte a través de los años.
Los niños (pequeños y no tan pequeños) seguramente disfrutarán en el Leksaksmuseet, dedicado a cualquier clase de juguete, antiguo o moderno.
-ÖSTERMALM:
En el norte de la ciudad se encuentra esta zona, con edificios majestuosos que indican que el nivel de vida es más elevado. Tan sólo transitar por sus calles disfrutando de la arquitectura ya merece la pena por sí solo.
Los amantes de la historia tienen una cita inexcusable con el Historiska Museet, donde en cada planta se puede apreciar la cultura de una época distinta. Hay que destacar las dedicadas a la Edad Media, Antigua y Prehistoria, que incluye tapices y tejidos, un monográfico sobre la batalla de Gotland, y la Sala del Oro, con todo un tesoro de los vikingos por observar...
Relacionado en cierto modo con la temática guerrera, también podemos visitar el Armémuseum, el Museo Militar, con todo lo que se espera encontrar: una extensa colección de armas y uniformes a través de la historia.
-GAMLA STAN:
Podría decir que esta es la zona de la ciudad en la que más horas pasé. Es una gran isla que conforma el núcleo de la misma. Allí es donde se estableció Estocolmo como tal. Una amalgama de calles que gusta recorrer, ya que por más veces que pases por ellas, acabas descubriendo algo nuevo.
Llena de tiendas donde los turistas se surten de recuerdos y regalos, es un sitio que te acoge al verte llegar.
Algunos de los lugares más destacados se encuentran allí, como el Palacio Real (Kungliga Slottet), donde se puede ver a los soldados con los uniformes clásicos haciendo el cambio de guardia con concierto de la banda incluido. El palacio es un pequeño complejo cultural, ya que aparte de su valor propio, incluye el museo Tre Kronor, así como el Tesoro Real y el Museo de Antigüedades de Gustavo III.
De visita obligada es la Plaza Mayor de Estocolmo, Stortorget. Allí se encuentra el Nobelmuseet, que obviamente, está dedicado a los Premios Nobel, y en el cual se celebra cada año la cena de gala de dichos premios. Desde allí se ve justo detrás la Catedral (Storkyrkan), también de visita obligada, aunque no se sea religioso.
En la plaza también podemos encontrar, al igual que en el resto de Gamla Stan, restaurantes, bares, y cafés donde poder dar rienda suelta a la gula. Uno de ellos, característico y con mucho encanto, es el Chokladkoppen.
Para mí hubo una experiencia muy significativa que fue probar por vez primera un Kanelbulle, el típico bollo de canela que cambió mi vida. También podría hablar de las Köttbuller, las albóndigas, o el delicioso salmón que preparan de mil maneras, pero necesitaría un artículo solo para ello...
Una vez que estás en Stortorget se te olvida que allí aconteció el famoso Baño de Sangre, en 1520. No es esta la única peculiaridad de la zona, allí se encuentra también el callejón más estrecho del mundo.
En la frontera que une en forma de puente Gamla Stan y Norrmalm se encuentra el Medeltidsmuseet, un pequeño museo donde podemos observar cómo era Estocolmo en los albores de su historia, recreada de forma muy amena, con construcciones a tamaño real. Casi puedes hacerte a la idea de que estás paseando por la antigua ciudad.
Y cruzando el puente, el Dansmuseet, el Museo de la danza, especialmente visual, muy agradable de visitar gracias a los objetos que allí se encuentran, y los vídeos que se contemplan.
Hasta aquí un recorrido de la forma más descriptiva posible de lo que se puede encontrar en la ciudad. Cabe decir que en tan sólo seis días es imposible visitarla y conocerla, por esa razón no aparece todo. Faltan zonas por nombrar, como el archipiélago, pero son tantas islas y en todas ellas se puede descubrir algo destacable, que es misión imposible escribir un artículo completo.
Prefiero quedarme con las sensaciones y las vivencias que traje en mi maleta y en mi cámara de fotos de vuelta, junto con las coronas suecas que aún guardo para mi próximo viaje.
Mi corazón se quedó allí, y sé que Estocolmo es la ciudad a la que volvería mil veces sin cansarme de ella. Mitt kära Stockholm...