La búsqueda del ser: una configuración subjetiva para el entendimiento

30.07.2020

Por Ricardo J. García Gómez

El concepto del "ser" es más bien el más oscuro.

Martin Heidegger

Tiempos oscuros estamos viviendo, y, en definitiva, la incertidumbre nos acecha. Aquella desesperación de la que hablaba Kierkegaard se traduce en nuestro 'ahora' como un elemento constitutivo de la realidad. Pareciera que 'el ser' se reinterpreta a sí mismo desde diversos frentes. Por un lado, aunque no resulte mi postura favorita, encontraremos un yo inmiscuido en la personalidad como referente individual del pensamiento. En otros casos, desde Ortega, lo veremos como una posibilidad de reflexión de un algo que nos cubre, pues lo despoja de toda estructura física y psicológica. En realidad, ¿qué nos preguntamos cuando preguntamos por el ser?

A mi entender, el ser resulta un entramado imaginario que se constituye en la realidad, y separarlo de la circunstancia que lo rodea es dejar escapar dicha existencia. Quizá por ello, aunque resulte más complejo, resulta tan diverso entender las categorías del ser y del yo. Por supuesto, no son lo mismo, pero algo tienen que ver. Ambas cuestionan la realidad que interpretamos y analizamos, y desde sus trincheras, las dos nos llevan a reflexiones donde la deconstrucción se hace presente. No obstante, mientras el yo resulta expuesta ante el espejo psicológico y por ello configurarla en sentidos subjetivos resulta adecuado; el ser, por sí mismo, se muestra ausente, carente de existencia.

La pregunta del ser es un diluirse en la historia presente, donde su búsqueda nos lleva a nuevos ordenes y conceptos que permiten entender, aunque de manera somera, una realidad que se trastorna a sí misma cada vez más. Esta realidad también se deforma conforme nos alejamos de esta pregunta, de la búsqueda tras esta pregunta. Así, a dicha categoría se le ha dado también el acompañamiento de 'aroma', como una esencia que permite construir una realidad con sentido. La deformación también tiene sentidos, aunque éstos exploran campos que a su paso destruyen lo constituido.

Dicho esto, la búsqueda por el ser nos lleva a nuevos ordenes de configuración, donde la respuesta muchas veces no se encuentra en lo ya dado o caminado, sino en la forma en cómo representamos los contextos que habitamos. Por ello es tan relevante el entendimiento de otros conceptos que acompañen al ser: la misma pregunta por el yo, la búsqueda del entendimiento del otro como ser existente en múltiples diversidades, la realidad como un mecanismo de tecnología o subjetividad que se configura en sentidos culturales e históricos, el descubrimiento del cuerpo como acto político de vulnerabilidad, la misma estética como formulación de lo real dentro de diversas actividades prácticas, entre otras.

Ciertamente la actividad practica que acompaña a la búsqueda nos permite situar la categoría en elementos que permiten una realidad social, tal es la forma de la moralidad como actividad práctica. Esta moralidad está constituida por una preexistencia en nuestras ideas y creencias, que de alguna forma moldean el pensamiento a seguir, donde por supuesto la interacción con la realidad permite modificaciones en dichas creencias, pero permanecen los elementos constitutivos del ser. Esta búsqueda, por lo tanto, nos brinda el entendimiento desde lo moral para construir nuestra realidad, aquella idea a la que aspiramos donde el cuerpo se sumerge en la navegación por venir. Impregnarnos de esta subjetividad nos permite modificar nuestra conducta, aunque teniendo elementos imaginarios que quedan sumergidos al inconsciente. La forma de cuestionar dichas ideas preexistentes se encuentra en los confines y horizontes de la ética cruel.

Experimentar otras éticas y entender las éticas existentes nos brinda la posibilidad de cuestionar la misma pregunta por el ser, y la búsqueda interminable comienza a sufrir una transformación y da paso a la reflexión de la búsqueda, donde el cuestionamiento moral, que no solamente es social sino político puede abrir espacios para configurar nuevas subjetividades dentro de la realidad y las creencias identitarias pueden ser cuestionadas bajo el fundamento de la libertad.

Abrir paso a nuevos ordenes es entender los espejos psicológicos de la existencia y no solamente del pensamiento, lo que abre espacio para conceptos como 'perversidad', 'crueldad', 'el horizonte imaginario de la bifurcación'. Estos conceptos, que por sí mismos y aislados pueden trastornar la realidad, inmiscuidos en la ética pueden explorarse desde otro enfoque el cual está estructurado en la estética. Dichos elementos pueden reconocerse como parte de la pregunta por el ser, y al ser llevados al campo de la estética el entendimiento del 'yo' se configura no solamente en lo corporal y la personalidad, sino en los entramados subjetivos de las mismas circunstancias en las que me encuentro. Este proceso que se crea mediante la actividad práctica moldea por un lado el aparato psicológico y por otro la realidad que habito. Este uso de la práctica puede ser llevado al especto política en carácter de lucha por realidades disidentes que voy encontrando. La lucha, desde esta postura, tiene que ver más con la búsqueda por encontrar nuevos ordenes de realidad, que por la destrucción de los ordenes que me anteceden.

De esta forma la búsqueda por la pregunta del ser permite no solo un entendimiento de la persona que soy en un contexto específico, sino que también permite el entendimiento de las múltiples realidades que se van encontrando que dan paso a nuevos ordenes que permitan una vida vivible. 

Revista ZBONZ
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